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Semaglutida imita los efectos de la hormona péptido similar al glucagón 1 (GLP-1). El GLP-1 se libera en el intestino cuando comes, indicándole a tu cerebro que estás lleno. También ralentiza el movimiento de los alimentos a través del estómago y el intestino delgado, ayudándote a sentirte lleno durante más tiempo. Como resultado, es posible que comas menos, lo que puede llevar a la pérdida de peso.

Un estudio inicial con 2,000 adultos obesos comparó el uso de semaglutida junto con un programa de dieta y ejercicio con personas que realizaron los mismos cambios en su estilo de vida sin semaglutida. Después de 68 semanas, la mitad de los participantes que utilizaron semaglutida perdieron el 15% de su peso corporal, y casi un tercio perdió el 20%. Los participantes que solo realizaron cambios en su estilo de vida perdieron aproximadamente un 2.4% de su peso.

Con semaglutida, una vez que alcanzas la dosis total a las 9-16 semanas, generalmente se experimenta una pérdida de peso constante de 1 a 3 libras por semana. Aunque algunas personas ven resultados de inmediato, es posible que no pierdas peso hasta después de 6-8 semanas de tratamiento. Esto se debe a que la dosis del medicamento debe aumentarse gradualmente hasta alcanzar la dosis total durante las primeras 9-16 semanas.